Cómo llorar junto a los que se quedan

Elías Leonardo Salazar
3 min readApr 24, 2020

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Foto: Elías Leonardo

Suena el celular.

Es el sonido de alarma que avisa la llegada de un inbox a Facebook. Se trata de Mané, amiga de la secundaria cuyos padres son vecinos míos. Ella ha estado preocupada desde que informé en redes sociales sobre la presencia de vigilancia de élite en el condominio donde vivo tras el reporte de dos supuestos casos de coronavirus entre los residentes.

Hola. Llámale a Iván. Su papá murió en la mañana.

Ha obligado que me levante de la cama. No lo puedo creer. Al papá de Iván lo saludé no hace mucho e intercambiamos opiniones sobre futbol. No, no murió de covid-19.

El mensaje de Mané es un código. De la generación fui uno de los que perdió al padre antes que varios, por lo tanto sé qué expresar y cómo hacerlo ante la pérdida de un pilar amado en la familia. O eso creo.

Con la contingencia ha sido difícil.

Perdí a mi viejo en circunstancias terribles que no se le desean al peor enemigo, sin embargo, con la bondad de estar rodeado por gente expresiva de afecto en semejantes instantes. No estuve solo, ni aislado, aunque me esforcé por estarlo.

Iván es inteligente. Tiene noción de que lloverán mensajes de condolencias y comparte un estado abierto en sus redes. Postea una imagen de su padre con anécdota buena onda acerca de lo que significó su progenitor en vida. Abrazos digitales en tiempo de pandemia son bienvenidos.

Sé que Mané me conminó a llamarle, no obstante el confinamiento ha motivado a la prudencia.

Llegará el momento de llorar fuera de cuatro paredes. Lo haremos con lo que hay: alma. Quizá descubramos cosas nuevas de nuestros papás. Cabe la posibilidad de que ejerzamos la sonrisa al narrarnos lo trágico.

No le he llamado a Iván. Su luto requiere tiempo y espacio para sí mismo.

Foto: Elías Leonardo

Nelly es poseedora de una fortaleza inexplicable y admirable. También tiene el talento para reinventar el mundo con trazos, colores e ingenio. Es una diseñadora con creatividad de sobra. Sabe cómo transformar un mal rato en un grato instante eterno a partir de monitos.

La manera de compartirnos el proceso que derivó en el fallecimiento de su padre fue conmovedora.

Inmersa en el aislamiento, con el dolor a cuestas de lo que representa un adiós, ella nos adentró al conocimiento de un personaje fantástico. Convirtió su pérdida en un hermoso relato que tuvo a su papá como protagonista. ¡Qué homenaje!

Lloré. Me hizo llorar.

Nos brindó una realidad parecida a la ficción . Quizá eso sea el amor. Nelly convirtió su tristeza en un noble sentimiento para el resto sin pedir nada a cambio.

Desconozco su llanto a solas, sin embargo, ahí le abrazo. O, por lo menos, se lo hago notar con este texto.

Foto: Ivonne Segura

Detesto las religiones.

Manifestar devoción a imágenes sacras me resulta inservible.

La mamá de Ivonne lo sabía. Fue una señora respetuosa e íntegra de mi blasfemia o herejía. Jamás me juzgó. Por el contrario, procuró oraciones para mí. Su fe fue intocable. Y se lo agradecí.

Haberme notificado de su deceso fue duro para mí. Ella respetó como nadie mi aversión a las normas, costumbres y tradiciones inculcadas por el catolicismo.

“Que la vida te bendiga”, solía expresarme cada vez que me topaba. Cruel de mi parte. Debí darle oportunidad para mencionar a “Dios”, por su creencia.

Nos tratamos bien.

Sus oraciones me acompañan. Sigue allí, sin juzgarme.

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Written by Elías Leonardo Salazar

Me gusta vivir. Disfruto de cazar y sentir historias para contarlas.

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