Déjame quererte otro ratito
Mi vecino del primer piso suele ser una persona bastante molesta para el resto del edificio porque es demasiado chismoso.
Disfruta de asomarse por su ventana para saber quién llega y quién se va. Por ejemplo, antes de la llegada del coronavirus, evitaba encender la luz por la madrugada para no delatarse, según él. Sin embargo, el brillo del armazón de sus lentes detrás de una cortina lo evidenciaba en sus actos de espionaje, por no decir de metichismo.
Va y cuenta lo que quiere a quien quiere.
Desde que se jubiló, no sabe qué hacer para mantenerse ocupado, así que se mete en la vida de los demás. Bueno, parece que eso ha cambiado con la pandemia.
En los últimos días saca a pasear a una hermosa cachorra rottweiler llamada Kimba, un animal encantador que solamente quiere jugar. La perrita está llena de energía y se aburre en eldepartamento, por ende le exige movilidad dinámica al señor, quien accede a las necesidades caninas conforme al reglamento permitido en el condominio durante la contingencia sanitaria: 15 minutos con cubrebocas para salir con la mascota al área de recreo.
Como buen metiche que es, el vecino aguarda mi horario de paseo con Feria, la labradora negra que forma parte de mi familia. Lo hace para preguntarme cómo manejarse con su peludita inquieta. Accedo a darle sugerencias pese a que me ha denunciado por escandaloso cuando ni siquiera he estado en casa.
Tengo miedo a encariñarme más de la cuenta.
Sincero, el señor se confiesa. Resulta que Kimba no es de él, sino de su hijo, un chico más joven que yo y que se encuentra en proceso de divorcio, pero no quiere que le quiten a la perra, ni tampoco pretende abandonarla.
Me la encargó. Se la cuido. La cuestión es que ya me encariñé con ella.
Y lo demuestra.
Han habido días en que regreso de pasear a Feria y él está sentado en la escalinata de acceso al edificio pidiéndole a Kimba que sea feliz, rogándole que nunca se vaya.
Siempre le platica a la perrita como si fuera la última vez. Siempre la quiere un último ratito.
Nos convierte en chismosos y metiches a los demás.