El colibrí que escribió un pequeño cuento navideño

Elías Leonardo Salazar
2 min readDec 25, 2023

--

Foto: Elías Leonardo Salazar

Salí a comprar lo que requeríamos en casa para nuestra cena navideña. En el trayecto hice escala en casa de una tía para visitar a mi abuela y darle su tradicional abrazo. Pero con ella siempre los encuentros se convierten en conversaciones que algo nuevo aportan a mi andar.

“¡¿Con esos pelos andas en la calle?!”, preguntó estupefacta mi viejita. “Abue, es que no tengo otros”, le respondí.

Entonces, riéndose, pidió que me sentara a su lado. Meció mis cabellos como lo ha hecho desde que era niño. Observó por unos cuantos segundos mis canas. Sus ojos denotaron nostalgia y melancolía, no asombro. Ternura, no juicio.

-Qué extraño se siente. Antes tú me preguntabas cuál era el significado de tener el pelo blanco y te dije que era como uno de los libros que leías, un montón de historias. Ahora yo te pregunto qué sientes tú-, dijo entre balbuceos mientras mordía su gajo de mandarina.

-Eso, abue, justo eso. Mis canas son un libro abierto-, contesté mientras le mostraba uno de mis tatuajes para hacerle saber que hasta firmado estoy.

Contrario a otras ocasiones en que me ha criticado por ponerme “cochinadas en la piel”, ahora apeló a la prudencia. Solicitó que le enseñara a mi papá, un tigre en posición descendente que tengo tatuado en la pierna derecha en honor a mi padre. Se lo mostré.

“¿Qué animal sería yo, hijo?”, cuestionó con traviesa inquietud. “Un colibrí, abue. Un hermoso colibrí”. Sonrió. “Ya falta menos para que vuele como uno”, soltó de repente.

Se invirtieron los papeles y yo mecí sus cabellos. Nos tomamos de la mano, ambos comprendimos sus palabras. A sus 94 años está en paz con su pasado y su presente, sin temor al último paso de su existencia cuando esto tenga que suceder. La abracé para permanecer en silencio por un minuto, pues ninguno de los dos quiso decir palabra alguna para no arruinar ese instante de grata compañía mutua.

“Ya me voy”, me despedí. “¡¿Con esos pelos?!”, insistió escupiendo un hueso de la mandarina. “¡No tengo otros!”, repliqué. Volvió a reír. Y eso, sin haberlo planeado, se volvió nuestro cuento de navidad. Fuimos dos libros cubiertos de blanco que en sus páginas narran el próximo vuelo de un colibrí que tarde o temprano habrá de tener su nido en mi piel.

--

--

Elías Leonardo Salazar
Elías Leonardo Salazar

Written by Elías Leonardo Salazar

Me gusta vivir. Disfruto de cazar y sentir historias para contarlas.

No responses yet