Hasta pronto, maga Villasana
Durante las últimas semanas he recibido un sinfín de mensajes provenientes de vacantes fraudulentas y supuestos bancos que insisten en ofrecer tarjetas de crédito. Se trata de números desconocidos que toman por asalto mi WhatsApp día tras día. Eso ha motivado que ignore mi celular por varias horas. Pero esta mañana hubo un mensaje de teléfono desconocido que no pude ignorar. “¡Escríbele algo bonito a la princesa Nas!”, decía.
Fue enviado por un lover de Nastassia Villasana, actriz y locutora. La frase imperativa de escribirle no venía acompañada de explicación alguna. De inmediato pensé que se trataba de un enamorado que quería contratar mis servicios para dedicarle una carta de amor. Pero rápido salí de mi suposición. En redes sociales leí la tristeza colectiva porque se despidió de Ruido Blanco, la radio donde su genio y su nombre le dieron identidad a un programa que engendró cariño entre la audiencia.
Hubo otra persona que manifestó no saber qué decir porque se lo impedía un nudo en la garganta. “¿Qué se dice en estos momentos?”, preguntó. Sentía culpa y lamento por no haber escuchado más a Nastassia como consecuencia de sus horarios laborales. Le pesó confirmar una máxima de la vida que se aprende con las venas abiertas: nadie valora lo que tiene hasta que lo ve perdido. No fue el único en coincidir con ese sentimiento. Unos cuantos más experimentaron el remordimiento. Haberlo sentido así fue también la confirmación de que la quieren, de que su voz ha sido más importante de lo que imaginaron.
Como a todos, me tomó por sorpresa la noticia. Para ser honesto, tampoco sabía ni sé qué decir. Recordé a Nas leyendo en voz alta uno de mis textos al aire, o compartiéndome en Twitter que lloró luego de leer un escrito dedicado a mi padre. Su sensibilidad fue abrazable para mí, y al mismo tiempo contrastante por la jovialidad y frescura que posee para ponernos en sintonía con la actual baraja musical nacional e internacional. Es una maga del extremo emocional. En cualquier polo, te atrapa como escucha.
Vino a mi mente su faceta de entrevistadora. A diferencia de los periodistas que solemos ser solemnes, incómodos o implacables, ella tuvo la cualidad de convertir en charlas aquellos ejercicios que otros comunicadores transformamos en un paredón. La barrera de romper el hielo no existe en sus formas, pues la derrumba de inmediato con la camaradería que emana a través del trato. Si alguna vez estuvo nerviosa, nadie se dio cuenta. Les digo, una maga.
“Quiero llorar”, compartieron bastantes fans femeninas. Vaya, como si se hubieran puesto de acuerdo. Sin embargo, cada una por su cuenta externó el respectivo deseo de llanto por el hasta luego que no se veía venir. Mujeres de distintas edades y diferentes realidades encontraron en su figura un vínculo de empatía que, con la música de pretexto, les permitió aplaudirse mutuamente sus esfuerzos y alegrías.
Nastassia se ha despedido. Inicia así la narrativa de la nostalgia y el arte de extrañar. Deja a su público el hueco que no habrá de llenarse, porque la autenticidad de lo que se es no se sustituye con nada ni nadie. Tiene razón su lover: merece que le escriba algo bonito. ¿Por dónde se empieza después de un hasta pronto?