Muerte infinita, una alucinante pesadilla con los ojos abiertos

Elías Leonardo Salazar
3 min readApr 1, 2023

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Muerte infinita, de Brandon Cronenberg (Foto: IMDB)

Em (Clepoatra Coleman) y James (Alexander Skarsgard) desayunan en la terraza del restaurante perteneciente al resort donde se hospedan en la isla de Tolqa. Nada fuera de lo común de no ser porque la pared es muy alta para que un comensal pueda disfrutar la vista al mar y muy baja para protegerlo de cualquier eventualidad. Ese pequeño detalle del espacio (matizado con los encuadres del fotógrafo Karim Hussain) ya nos indica que las vacaciones de esta pareja no serán nada cómodas, ni el lugar es tan paradisiaco como solemos percibir las playas.

A dicha escena le siguen dos más mediante las cuales el director Brandon Cronenberg nos avisa que su pareja protagonista y el espectador no saldrán ilesos. Una es la aparición de Mia Goth. Interpreta a Gabi, una repentina fan de James, escritor frustrado tras la publicación de su primera y única novela. Con títulos como X y Pearl (Ti West, 2022), Goth se ha posicionado como una potente y talentosa actriz dentro del género de horror. Si algo nos ha enseñado es a temerle, a mantenernos atentos a ella en todo momento porque nunca se sabe qué puede suceder a su lado. Aquí no es la excepción. Tensa la oportunidad de recordar lo que puede pasar en el cine con la fanática de un escritor; se asoma la sombra de Kathy Bates en Misery (Rob Reiner, 1990).

La otra es con relación al viaje en carretera que emprenden hacia una zona de playa poco concurrida. El recorrido es guiado por la tétrica y extraordinaria música de Tim Hecker. Ese trabajo musical funciona como un elemento narrativo para redondear la introducción, es decir, para terminar de sumergirnos y advertirnos que Muerte infinita depara sorpresas nada agradables que pondrán a prueba a Em, James y al público.

El primer gran asombro es el detonante del rumbo visceral que adquiere la película. Ocurre durante el regreso de ese viaje con un accidente automovilístico que pone fin a las vacaciones de descanso de Em y James, pero es el comienzo vacacional de un grupo de personas adineradas que disfrutan del turismo hedonista, morboso, obsceno, sádico y perverso. A partir de este accidente, Cronenberg inicia su festín alucinante de sangre, fluidos, neones, distorsiones, pesadillas con los ojos abiertos.

Mia Goth es Gabi en Muerte infinita (Foto: IMDB)

La narración del preámbulo combinada con la narración de la trama hasta el final habla del conocimiento y respeto que tiene Brandon Cronenberg por géneros e influencias que se respiran en Muerte infinita. Su obra huele a Darío Argento, Mario Bava y, por supuesto, al legado de body horror que lleva en el apellido gracias a su padre. Asimismo respeta al espectador en el sentido de ofrecerle sensaciones cinematográficas que le permiten remontarse a otras películas, no para comparar calidad entre unas y otras, sino para medir sus propias emociones respecto a lo que ve en pantalla.

Con esta película texturizada en el horror, el realizador comparte una inquietud que motiva a alarmarse con las diversiones, comodidades y privilegios que son accesibles para oligarcas, millonarios excéntricos y clases poderosas que abusan con plena conciencia de aquellos seres humanos que consideran menores, despreciables o simples juguetes desechables. Viene a la mente Hostel (Eli Roth, 2005) con el turismo del entretenimiento sanguinario al que tienen derecho los abusadores que pagan exorbitantes cantidades de dinero para torturar y matar a su antojo.

En 2022, Albert Serra estrenó Pacifiction, película en la que plantea un discurso contra ese colonialismo voraz y dominante que, disfrazado de diplomacia, quiere acaparar territorios exóticos (Oceanía) que no le corresponden para imponer sus reglas y divertirse con ellos a su manera. Ahora, un año después, Brandon Cronenberg apunta con Muerte infinita hacia el turismo extravagante que se ha cansado de Occidente y busca en lugares alejados o desconocidos la forma de saciar sus impulsos más enfermos. Con distintas ópticas y propuestas, su interés voltea hacia el hartazgo o desinterés del poder occidental en Occidente mismo, aburrimiento que tiene como consecuencia una búsqueda de rincones poco explorados para “entretenerse” sin importar con quién, siempre y cuando no sea en perjuicio de uno de los suyos.

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Elías Leonardo Salazar
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Written by Elías Leonardo Salazar

Me gusta vivir. Disfruto de cazar y sentir historias para contarlas.

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