Saint Omer, un rudo golpe de frente para cuestionar al sistema
El silencio se apoderó de la sala al finalizar la película. Prejuicios y convicciones fueron trastocados tras la historia contada en pantalla. Para algunos fue urgente salir directamente a comprar un café con intención de intercambiar rápidamente puntos de vista, o para desahogar pensamientos sobre el dilema narrado. Era necesario hablar de Saint Omer.
Muchas preguntas surgieron sobre lo planteado por la directora Alice Diop. Las respuestas no estaban en el filme, sino en nosotros mismos y nuestras posturas ante ciertos temas. No era para menos que se removieran las entrañas a partir de la incomodidad derivada por el juicio de Laurence Coly (estupenda Guslagie Malanda), una mujer acusada de asesinar a su pequeña hija abandonándola frente al mar en una noche de marea alta.
Para algunos cinéfilos, el delito imputado a Laurence no es tan ajeno debido a obras como Los motivos de Luz (Felipe Cazals, 1985) y distintas versiones de la leyenda de la llorona, entre ellas La llorona (Ramón Peón, 1933) y La llorona (René Cardona, 1960). Sin embargo, a diferencia de esos títulos, Saint Omer nos involucra a los espectadores como testigos de los posicionamientos que escarban en las complejidades y temas por atender detrás del crimen.
De manera inteligente, el guion de Amrita David, Zoé Galeron y la propia Alice Diop exploran el juicio desde el interés de Rama (Kayije Kagame), una novelista embarazada que desea replantear el suceso en un moderno relato literario sobre Medea. A través de ella, que es un personaje con permiso para permanecer en el tribunal, el público experimenta emociones y sentimientos encontrados frente a las declaraciones que testigos, fiscales y jueza pronuncian.
Conforme se escuchan las voces involucradas, Alice Diop nos desmenuza problemas de un sistema que empuja a su población vulnerable y jodida a cometer actos atroces. Sin justificar a Laurence, quien a final de cuentas cometió un crimen, la directora disecciona escenarios adversos que deben sortear quienes no están favorecidos por el sistema: racismo, pobreza, discriminación, clasismo, machismo, segregación, migración, violencia.
Un punto medular del conflicto es el cuestionamiento con relación a la figura paterna. ¿Dónde estaba el padre de la criatura para evitar lo ocurrido? ¿Qué hizo o dejó de hacer para que Laurence llegara a rebasar el límite de lo incomprensible e imperdonable? Sí había un padre, pero no desenvolviéndose como tal. Esa culpa es repartida, pero no justa en el castigo; el hombre queda impune debido a que el sistema está moldeado para protegerlo.
Diop igualmente explora la maternidad desde otros ángulos. Por ejemplo, la explicación científica sobre las células quimeras, aquellas que la madre comparte al bebé gestante y éste comparte a su mamá. Esa conexión entre madre e hijo es fuerte, profunda, y puede interpretarse de distintas maneras, ya sea como algo demoledor por el nombre (quimeras), como una carga angustiante (la relación de Rama con su mamá), como una oportunidad de vida (Rama y su embarazo).
¿Cuántas mujeres como Laurence pensarán o querrán hacer lo mismo y desconocemos por completo? Saint Omer es un trancazo que altera a quien la ve para que reflexione, cuestione y analice dónde está parado en el sistema que juzga, condena y, sobre todo, aprisiona para que un infanticidio u otros crímenes se lleven a cabo.
*Cobertura FICUNAM 13