Un pequeño trauma llamado Experiencias Xcaret
Algo que quise hacer en cuanto llegué a vivir a Playa del Carmen era descubrirme en un oficio distinto al que desempeño por mi profesión que es el periodismo. Quería una experiencia novedosa, probarme en actividades ajenas a las que conozco y domino.
Amigos me hablaban de trabajar en Experiencias Xcaret a través de uno de sus diferentes parques. Decían que era sencillo entrar a chambear de lo que fuera, que siempre había vacantes.
Me emocionaron en falso.
Con currículums y solicitudes de empleo toqué en varias ocasiones la puerta. Durante casi cuatro años que viví en el sureste mexicano jamás se abrió. Lo intenté para todas las áreas, incluso con las administrativas, que me disgustan por el hecho de disciplinarte a una rutina estresante de oficina.
Vía correo electrónico, postulación en su sitio web o entrega de documentos en jornadas laborales organizadas por el municipio de Solidaridad, fui invisible, inexistente como prospecto.
De forma contraria, en mi rol de reportero, Experiencias Xcaret sí supo de mí y fue siempre amable con facilidades para las coberturas que hice con WhereToGo, medio digital al que pertenecí, o con Combo Deportivo, programa de radio que me permitió narrar en vivo sus torneos internos, pero nunca se dio cuenta que era el mismo individuo que deseaba reinventarse como uno más en la comunidad playense lejos de los medios de comunicación.
Quizá para la otra, si es que hay, podré tener mejor suerte de trabajar en uno de sus parques.